Con el fin de conseguir una mayor productividad, el taller debe prestar especial
atención a muchos aspectos. Si quieres conseguir un mayor rendimiento, debes
empezar por lograr una organización del taller. Y no solo por productividad, en un
entorno de trabajo donde se encuentran herramientas y equipos potencialmente
peligrosos, la organización del taller se convierte en un elemento de seguridad.
Se podría hablar de bastantes, pero en líneas generales, los elementos principales
para una buena organización del taller son:
– Establecer una clara asignación de tareas y espacios.
– Mantener limpias las zonas de trabajo.
– Delimitar y señalizar las áreas de trabajo.
– Tratamiento de residuos y desechos.
– Organizar las herramientas y equipos de trabajo.
¿Cómo conseguir una correcta organización del taller?
La organización comienza por el establecimiento de un organigrama claro y
definido. Aunque en el taller debe reinar siempre un ambiente colaborativo, hay
que tener bien claro quién se encarga de cada cosa. La jerarquía permite que la
toma de decisiones sea más rápida y eficaz. También la distribución de labores
facilitará un funcionamiento del taller mucho más fluido.
Una vez has definido el trabajo que va a realizar cada uno, el siguiente paso es
delimitar las áreas de trabajo del taller. Por supuesto, si dispones de espacio en el
taller, sería conveniente también que separes la zona de recepción de la zona de
trabajos.
La pintura, la soldadura, el lijado, etc. son, por sus peculiaridades, trabajos
especiales. Que haya una zona dedicada a cada cosa también permitirá tener en
ella los equipos necesarios para la correcta realización de las tareas. Estas zonas
debes delimitarlas con carteles o con marcas en el suelo.
Las áreas de trabajo han de estar limpias. Es buena señal si los espacios de
trabajo se limpian una vez acabada cada tarea. Permite un mantenimiento
continuo y una mejor organización del taller. En estas labores de limpieza se debe
prestar especial atención a aquellos residuos que pueden comprometer el medio
ambiente. Muchos de ellos están regulados legalmente.
El taller debe disponer de los contenedores apropiados para cada tipo de desecho,
con etiquetas o distintivos de colores para identificarlos. Para la recogida de
aceites, grasas lubricantes y combustibles utiliza recipientes apropiados o
tanques. Para deshacerse de estos residuos existen gestores autorizados. Los
más comunes en un taller son:
– Neumáticos.
– Aceites usados, lubricantes y combustible.
– Baterías y acumuladores.
– Pinturas.
– Restos de chapa.
Otra de las premisas que ha de seguir la buena organización de taller es la de
tener correctamente almacenadas e identificadas las herramientas. Si se adquiere
la buena costumbre de dejarlas en su sitio cada vez que se usen, se tendrá mucho
ganado. Además, poner empeño en organizar bien las herramientas permitirá
saber si hay necesidad de adquirir nuevas o si incluso existe duplicidad en algunos
casos.
Se puede establecer la clasificación atendiendo a diferentes criterios:
– Frecuencia de uso. Así se tienen más a mano, por ejemplo, las
herramientas más utilizadas.
– Tipo. Manual, eléctrica, de corte, de soldadura, etc.
– Aplicación. Depende de su uso, algunas herramientas van unidas a un
consumible, por ejemplo, se puede guardar juntos taladro y brocas.
Las herramientas pueden ser comunes o individuales, de ahí que no debas
descartar el uso de etiquetas para localizarlo todo lo más rápido posible. Ya sea
en cajas de herramientas, tableros de clavijas, carros o bolsas portaherramientas,
no escatimes esfuerzos en distribuirlas. Por otra parte, los equipos del taller han
de estar bien mantenidos, así que, sigue las instrucciones del fabricante y
programa las revisiones.